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miércoles, 16 de abril de 2008

Antes del ciberactivismo, Redes sociales y Micropolítica educativa


¿Cómo están organizadas las escuelas? Stephen Ball sostiene que son lugares donde la influencia interpersonal, el compromiso y las negociaciones entre bastidores llegan a ser tan importantes como los procedimientos formales y las reuniones oficiales. Las escuelas son, de hecho, campos de disputa ideológica más que burocracias abstractas y formales. La Micropolítica describe el <> de la organización e implica la lucha para imponer la definición de la escuela (y por ende de la educación misma). El liderazgo, por consiguiente, se convierte en una cuestión de habilidad política: los directores son actores estratégicos que adoptan estilos o aspectos particulares de sí mismos a fin de dominar la organización; el poder surge de la lucha; las conversaciones y su control son de fundamental importancia.
La teoría Micropolítica de Stephen Ball acerca de la organización escolar es un abandono radical de las teorías tradicionales. Rechaza el enfoque preceptivo y aborda directamente los intereses y preocupaciones de los profesores y los problemas corrientes de cambio con que se enfrentan las escuelas. Al hacerlo, plantea cuestiones sobre la educación y propiedad de las formas existentes de control organizativo en las escuelas. Mediante estudios de casos y entrevistas con profesores, este libro capta el clima de los conflictos reales en las escuelas -particularmente en tiempos de nóminas de estudiantes en descenso, cambios de dirección o fusiones-, cuando la autonomía de los profesores parece estar en peligro.


¿Hablamos de ciberactivismo?

Centralizar voluntades es la única forma de existir públicamente y por tanto llegar a los demás en un mundo de comunicación en redes descentralizadas. Sólo constituyéndose como un poder colectivo una idea puede ser capaz de imponerse al poder de filtro de los medios. En el mundo del viejo activismo la organización es previa a la difusión.

Pero si en el viejo activismo la organización es la tarea primordial del activista y antecede incluso a la difusión de las ideas, la nota definitoria del ciberactivismo es la no necesidad de construir red para transmitir. La red de difusión viene dada y tiende a equipararse a la propia gran red social, porque no es otra que Internet y sus universos, de los grupos de noticias a la blogsfera.

Debemos saber que en el ciberactivismo, por un lado, la obsesión y la necesidad organizativa desaparecen, la red social está preestablecida y la comunicación con ella viene dada. Por otro construir, tiene en el ciberactivismo una dimensión de reciclaje colectivo. De algo que comienza uno mismo, individualmente y sobre una innovación que es creativa ante todo por abrir, por liberar y empoderar a otros. Si la propuesta/acción es entendida y compartida, la difusión abierta en redes distribuidas hará el resto. Uno se hará multitud.

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